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Confía en las Promesas de Dios

Confía en las promesas de Dios
Confía en las promesas de Dios

En la travesía diaria de la vida, nos encontramos constantemente tomando decisiones que implican confianza. Desde las pequeñas cosas, como confiar en que llegaré a tiempo a mi trabajo a pesar de la lluvia, hasta asuntos más significativos, como la seguridad de que mis hijos están en buenas manos con sus maestros en la escuela. Sin embargo, en medio de estas elecciones cotidianas, surge una opción aún más trascendental: confiar en Dios y en Sus promesas cada día.


En Deuteronomio 31:8, encontramos un recordatorio reconfortante y poderoso: " El Señor irá delante de ti; Él estará contigo, no te dejará ni te desamparará; no temas ni te acobardes". Este versículo es una roca sólida sobre la cual podemos cimentar nuestra confianza. No importa las circunstancias, Dios va delante de nosotros, y Su presencia constante elimina todo temor.


Las grandes Promesas de Dios:


La Biblia está llena de promesas que son faros de esperanza en medio de la oscuridad y guías seguras en nuestro caminar con Dios. Algunas de estas promesas abarcan áreas fundamentales que trastocan nuestra existencia. Una de ellas es la vida Eterna. Juan 3:16 nos recuerda que Dios amó al mundo de tal manera que dio a Su único Hijo, ofreciéndonos vida eterna a través de la fe en Él. Así también la promesa del Espíritu Santo en Juan 14:15-17, donde Jesús ruega al Padre y se nos promete otro Consolador para aquellos que aman y obedecen sus mandamientos.


En toda las Escrituras, encontramos promesas donde podemos anclarnos para obtener paz que trasciende la comprensión humana, donde podemos descansar y confiar en la provisión divina al buscar primero el reino de Dios. Perdón y purificación para aquellos que confiesan sus pecados. Fortaleza renovada para aquellos que esperan en el Señor y descanso en Cristo, cuyo yugo es fácil y cuya carga es liviana.


La Promesa Cumplida a Través de Jesucristo:


La máxima promesa de Dios se cumplió en Jesucristo. A través de Él, experimentamos redención y tenemos esperanza para el futuro. Su vida, muerte y resurrección son el testimonio supremo de la fidelidad de Dios, mostrándonos que es digno de nuestra confianza. Por eso, en momentos de duda o preocupación, podemos aferrarnos a la verdad de que el Señor es nuestra fortaleza y escudo, como proclama el Salmo 28:7. No debemos temer que Dios no cumpla Sus promesas; podemos depositar nuestra confianza en Él y en las promesas reveladas en Su Palabra.


Que cada día sea una oportunidad renovada para confiar en Dios y vivir en la plenitud de Sus promesas. En medio de las incertidumbres de la vida, recordemos que Él va delante de nosotros, nunca nos dejará ni nos abandonará. Con corazones confiados, podemos cantar con alegría y alabanza al Dios en quien confiamos plenamente.

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